La
pérdida de un ser querido, de la única persona que te ha cuidado y siempre te
acompañó, puede resultar sumamente dolorosa. A Dylan, un lindo joven con la
vida más normal que pudiesen imaginar, le rompió el corazón escuchar que dicha
persona había desaparecido de este mundo.
Él
creía que eso era lo peor que podía haberle ocurrido, hasta que por un
descuido, es secuestrado por un tipo que ignoraba totalmente su situación.
Santiago
era un hombre de razonar poco cuando alguna idea cruzaba su mente pidiéndole a
gritos obtener algo, y el deseo de poseer a aquel muchacho lo dominó. Por
supuesto que ni siquiera pensó detenerse. Sin más, decidió tomarlo como suyo.
La
noche en que Dylan intentaba recuperarse del duro impacto que le dejó la
pérdida de su querida hermana; es secuestrado y mancillado sin consideración
alguna.
¿Acaso
el destino no tenía piedad? O mejor dicho, Santiago Binder era el que no
conocía el significado de esa palabra.